miércoles, 17 de octubre de 2012

URUGUAY Y EL ABORTO

Es de actualidad en el Uruguay de estos días, platicar sobre el aborto. Están  discutiendo en las  cámaras si legalizan esa práctica o  no. Dicen las unas, que ellas son dueñas de su cuerpo y, por lo tanto, pueden decidir libremente que hacer en ellos y con ellos. Otras dicen que no, que abortar es un crimen, que va en contra de las ordenanzas bíblicas, y que no es correcto. Y esgrimen, mezclando unas cosas con otras, que ello se justifica sobre todo en los casos de violación y de enfermedades de la criaturita esperada. También hablan sobre el nulo valor de esa gestación, hasta que cumple la edad de las doce semanas. Antes de ello, me han dicho, son “solamente un conjunto de membranas” sin valor.

No quiero meterme ahora a considerar los embarazos por violación, o de gestaciones con alguna patología. Ellas son consideraciones especiales, de las cuales podríamos llenar páginas y páginas. Quiero, solamente, hacer dos consideraciones: la primera, preguntar cual es la reacción de Dios, ante ese aborto de “membranas” sin concierto ni valor. Hablando con Jeremías, le dice el Señor: antes que te formase en el vientre te conocí (Jeremías 1: 5) Es decir, ya somos conocidos por el Señor, y caros a sus ojos, desde el momento mismo de la concepción.   Si, caros, queridos, conocidos. Y ya entonces prevalece aquello de “no matarás”

El segundo considerando es éste: dicen las damas que son libres de decidir qué hacen con sus cuerpos. Si el aborto se ha de practicar en ellos, en sus cuerpos, pues parecen tener razón al decir que tienen toda la libertad para decidir si pueden o no expulsar a ese “huésped incómodo”. Que si les ha de doler, depende de ellas exponerse o no a ese martirio.

Y están por otro lado las que niegan valor al producto de la concepción. Existe, según ellas, un algo especial, algo espiritual, que pasa cuando ese producto llega a las doce semanas,. Como si hasta entonces viniera el Espíritu  Santo y recordara que un nuevo ser vive en ese vientre. Un olvido imperdonable, porque hablamos del Santo Espíritu. Y bueno, como hasta entonces ejerció su bendita influencia sobre esa nueva manifestación de la Creación, pues es válido tratarlo desde ese momento con el respeto y valor que debe merecernos esa bendición de Dios. Pero no antes de las fantásticas doce semanas. Antes, ya lo dije, Dios se olvidó de esa concepción, lo cual les da el derecho de ultrajar esa obra de la Creación de Dios. Por favor, qué les pasa. Quien erigió a esas personas en dioses, para establecer cuando comienza la vida.

Y mi segundo considerando es el siguiente: la mujer que decide abortar es una actriz en el drama. Actriz que debiera considerar que ya no está sola. Ha permitido que a su vientre llegue una nueva vida: un bebito bendito del Señor. La decisión de abortar le cuesta a esa dama dolor y ciertas inconveniencias. Al nuevo actor, al bebito, en cambio, le cuesta a vida. Son dos, pues, los que están involucrados: la mamá, y el bebito. La madre, conscientemente (o inconscientemente, mas bien), toma su decisión sobre la base de una molestia pasajera. Pero al que le está costando la vida, ni siquiera le pregunta: bebito, carne de mi carne, sangre de mi sangre, ¿no te importa que te mate?    

2 comentarios:

  1. Con cierta frecuencia me preguntaba respecto a este tema ¿Qué debo hacer? ¿Cual es mi responsabilidad? Y justamente he encontrado desde hace algún tiempo que lo que tú haces es la respuesta.
    Se necesita señalar, argumentar, desafiar y en especial decir a los cuatro vientos que quiere Dios, cual es su plan para la vida cotidiana de los hombres.
    No hay duda de que cuando escribes, predicas y hablas sobre el aborto, cumples el propósito de Dios en cuanto a proclamar su palabra. Tristemente nuestra sociedad parece estar cada día peor que la sociedad romana a la que le escribió Pablo “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.”
    Hoy día los grupos vanguardistas, personas de amplio criterio, gente agrupada en las “corrientes de pensamiento modernista”, humanista y defensora de los derechos humanos se han envanecido en sus razonamientos y en automático le han dado la espalda a Dios.
    No nos queda otra más que hacer lo que haces y vigilar, y enseñar la sana doctrina primeramente a nuestro círculo íntimo, a los amigos y a las personas que quieran escuchar.
    Finalizo diciéndote que los testimonios de las mujeres que han abortado son tremendos y aleccionadores. No importa el corazón más ensombrecido, ellas siempre vivirán con un daño moral y psicológico y también con la carga de haber sacrificado un precioso ser que les amaría por siempre.

    Te mando un abrazo.
    Carlos Rosario

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  2. Gracias, querido amigo. No importa el tiempo trascurrido. Lo importante es saber que estamos de acuerdo con el tema, y enviarte un cordial abrazo hasta esas hermosas playas. Saludos a tu familia.

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